jueves, 20 de noviembre de 2008

Karl Rudolf Gerd Von Rundstedt

El Generalfeldmarschall (Mariscal de Campo del Tercer Reich) Karl Rudolf Gerd von Rundstedt nació en Aschersleben, Alemania, cerca de Magdeburgo (Prusia), el 12 de diciembre de 1875, en el seno de una familia de aristócratas prusianos pertenecientes a la élite Junker y de tradición militar.

Fue un oficial de la Vieja Escuela Prusiana, de la Alta Clase, partidario de los movimientos estratégicos basados en la rapidez y la sorpresa.

Karl Rudolf ingresó en la Escuela Preparatoria de Cadetes de Oranienbourg en 1892, de donde salió con el grado de subteniente de infantería.

A los 18 años, se convirtió en el Teniente más joven del Ejército Almemán.

Posteriormente, estudió en la Academia de Guerra de Berlín, en la que ingresó en 1902.

Esta institución sólo aceptaba 160 nuevos estudiantes al año, de los cuales, el 75% jamás acababa la instrucción.

En sus estudios, se había revelado como inteligentísimo en la resolución de problemas tácticos, y sus cualidades militares fueron calificadas de “portentosas”.

El 22 de enero de 1902, contrajo matrimonio con Luise Bila von Götz (muerta en el año 1952), con quien tuvo un hijo, Hans Gerd von Rundstedt, nacido en el año 1903 y fallecido en 1948.

Después de servir en el 83º Regimiento de Infantería de Cassel, con el grado de portaestandarte y del estallido de la Primera Guerra Mundial, fue llamado al Cuartel General.

Ascendió sucesivamente en el escalafón de la jerarquía militar, comenzando en 1914 con el grado de Primer Oficial de Estado Mayor en la RR División, hasta alcanzar, en el año 1918, el rango de comandante, como Jefe de Estado Mayor de un Cuerpo de Ejército agregado y prestando asistencia en la reorganización del Estado Mayor del Ejército Turco.

En la campaña de Francia de la Gran Guerra tomó parte, sobre todo, en la Batalla del Marne.

Estuvo también en los Cárpatos y en Galitzia.

Al terminar la Primera Guerra Mundial, permaneció en el Ejército Alemán de los Cien Mil Hombres (las cláusulas del Tratado de Versalles fijaban este número como la máxima cantidad de efectivos de la República de Weimar Alemana de Entreguerras), donde trabajó como agregado del general Hans von Seeckt, encargado de la Reichswehr, reorganizando el Ministerio de la Guerra, participando muy activamente en el secreto rearme alemán, tanto antes de que Hitler tomara el poder, como después de que ello ocurriera.

No se dudó en encomendarle la solución de problemas sociales que requirieran la intervención de fuerzas armadas en el período de Entreguerras.

Así, operó en la campaña de represión contra los comunistas que provocaban disturbios, y en los sucesos de 1930.

Fue nombrado General en 1927, y Comandante en Jefe de la 3ª División de Infantería, en 1932.

Ese mismo año, fue nombrado Gobernador Militar de Berlín por el canciller Franz von Papen, que llegó a declarar la Ley Marcial, y ordenó a sus tropas expulsar a los miembros del Partido Nazi de las oficinas del Gobierno Estatal.

También aplastó la resistencia del gobierno socialdemócrata de Prusia cuando éste no aceptó su disolución, ordenada por Von Papen.

Posteriormente, fue ascendido a General de Brigada y llegó a ostentar el rango de General de División en 1938, durante su participación en las ocupaciones alemanas de Austria y los Sudetes.

Se retiró voluntariamente del ejército en Octubre de 1938, cuando Werner von Fritsch, comandante en jefe del ejército alemán (OKH, OberKommando der Heer).

Opuesto al nazismo, que alcanzó el poder en la década de 1930, se retiró del Servicio Activo en el Ejército en Octubre de 1938, siendo Oficial Superior de Campo.

La Segunda Guerra Mundial le sacó de su retiro, a pesar de ser denunciado por la Gestapo, ya que Adolf Hitler le reintegró al Servicio Activo por sus altos méritos una vez iniciada la guerra, asignándole el mando del Grupo de Ejército Sur durante la Invasión de Polonia.

En septiembre de 1939, partiendo de Silesia, se internó veloz y profundamente en territorio polaco con este Grupo de Ejército, donde ocupó Lodz y Cracovia, y cayó así a espaldas de los polacos para cortarles la retirada a Varsovia.

Esta habilísima maniobra, fue ejecutada con pericia y astucia.

Completada la Invasión de Polonia, apoyó el plan del General Von Manstein para la invasión de Francia, plan que será finalmente adoptado con el nombre de “Fall Gelb”, o “Batalla de Francia”.

Para la operación, le fueron asignadas Siete Divisiones Panzer, Tres Divisiones Motorizadas y Treinta y cinco de Infantería Regular.

El 14 de mayo de 1940, cruzaron el río Mosa las Divisiones Acorazadas Panzer, dirigidas por el General Heinz Guderian, abriendo una enorme brecha en el Frente Aliado en Francia.

Las tropas de Von Rundstedt fueron las primeras en luchar en las Ardenas y en romper el Frente Francés en dirección a la fortificada “Línea Maginot”, entre Sedán y Namur.

Una vez expugnada la famosa Línea Francesa de Defensa, inició una marcha victoriosa a velocidad increíble, hasta llegar a Calais, y dividir así en dos partes al Ejército Francés.

Estos éxitos en combate, tanto en Francia (1940) como en Polonia (1939), le valieron el ascenso al rango de Mariscal de Campo del Tercer Reich el día 19 de julio de 1940.

No obstante, se le criticó, en parte, por haber detenido el avance de las Siete Divisiones de
Fuerzas Panzer, ya que dudaba de la supervivencia en combate de estas Siete Divisiones Acorazadas en el Frente sin el apoyo de infantería, de modo que solicitó un alto en su avance mientras las tropas se enlazaban, permitiendo así que los ingleses se escaparan por Dunkerque durante la Operación Dínamo.

Además, Von Rundstedt rehusó arrar la Cabeza de Playa Aliada en el Puerto de Dunkerque, decisión que apoyó el Fhürer.

Posteriormente, durante los “Juicios de Nuremberg”, testimonió que la decisión de Hitler pretendía mostrar magnanimidad con el Reino Unido, creyendo que así sería más receptivo a un Tratado de Paz con Alemania.

Lo que hubiera en la mente de Hitler no puede ser verificado.

A pesar de que su aquiescencia resulte aún hoy inexplicable, la decisión final fue de Rundstedt, a quien Hitler concedió plenos poderes, ante la exasperación de Franz Halder.

Tras la exitosa Campaña en el Oeste, von Rundstedt tomó parte en la planificación de la Operación León Marino, el Plan de Invasión de Gran Bretaña.

La Invasión fue finalmente abortada, y Von Rundstedt tomó el mando de las Fuerzas de Ocupación, para fortificar las Defensas Costeras en Holanda, Bélgica y Francia que constituirían el famoso “Muro Atlántico”.

Cuando despegó la Operación Barbarroja, dirigida contra la Unión Soviética, en junio de 1941, Von Rundstedt regresó al mando del Grupo de Ejércitos Sur por orden de Hitler.

A su cargo se encontraban Cinco Divisiones Panzer y Cincuenta y dos de Infantería.

Su progreso fue inicialmente lento, pero consiguió tomar Kiev, la ciudad maravillosa, en septiembre de ese mismo año, arrasando las fértiles llanuras de Ucrania antes del inicio del invierno, donde, según fuentes alemanas, se le rindieron 665.000 soldados soviéticos.

Las fuentes rusas, por su parte, hablan de 452.000 soldados embolsados, de los cuales 150.541 escaparon antes del "cierre de tenaza".

Tras acabar con las últimas fuentes de resistencia soviética, con el Grupo de Ejército Sur, siguió avanzando hacia el este para atacar Kharkov y Rostov.

A Rostov llegó el 21 de noviembre, poco antes de ser retirado del Frente Oriental.

Se opuso enérgicamente al plan de Hitler de continuar el ataque durante el crudo invierno ruso y aconsejó al Fhürer que ordenase un alto en el avance para que pudiera fortificar las posiciones alemanas.

Su postura no fue aceptada por Hitler.

Cuando los soviéticos comenzaron la contraofensiva que forzó la retirada, Hitler reemplazó al ya anciano Mariscal de Campo que, en noviembre de ese mismo año 1941, había sufrido un ataque al corazón rehusando ser hospitalizado y que había pedido a Hitler permiso para retirarse, solicitud que enfureció al Fhürer y lo llevó a sustituirlo en el mando del Grupo de Ejército Sur por Walter von Reichenau.

Las primeras disensiones graves con el Gran Cuartel General de Hitler datan de esta época.

Se atrevió, en efecto, a calificar de irrealizables los deseos del Alto Mando, y por ello, a pesar de haberse cubierto de gloria en esta gigantesca campaña.

Llamado a filas de nuevo en marzo (o junio según diferentes versiones) de 1942, fue asignado al
Mando Occidental del Ejército Alemán del OKW (OberKommando der Wermacht), cargo que desempeñaría hasta 1944.

Era otoño de 1943 y aún no existían fortificaciones dignas de mención en la costa francesa.

Tras la asignación de Erwin Rommel como su subordinado, comenzó la construcción de la Línea

Defensiva posteriormente conocida como Muralla o Muro del Atlántico: fortificaciones permanentes que se extienden, actualmente, unos 2.700 km a lo largo de la costa francesa.

Si a von Rundstedt le tocó demostrar la endeblez de la línea Maginot, a él le deparó también la suerte ser el principal testigo del mismo fin de las fortificaciones alemanas.

Ante un ejército moderno, dotado de medios potentísimos de destrucción, no cabía otra solución que darle la réplica en igualdad de condiciones.

Previamente al desembarco Aliado de junio de 1944, Von Rundstedt sostenía que las reservas acorazadas debían mantenerse en estado operativo, de modo que pudieran acudir rápidamente hacia el sector más amenazado donde desembarcaran los Aliados.

Su opinión era compartida por el comandante de la fuerza acorazada, Geyr von Schweppenberg.

Rommel, por el contrario, insistía en disponer a las fuerzas acorazadas cerca de la costa, justo fuera del alcance de la Artillería Naval Aliada, pues el dominio aéreo aliado no permitiría una mayor operatividad.

Guiado por sus experiencias en África, Rommel pensaba que las operaciones aéreas Aliadas impedirían cualquier movimiento de tropas durante el día, e incluso lo dificultarían enormemente durante la noche.

También opinaba que no se produciría un desembarco tan al oeste como Normandía, y por tanto muy pocas reservas acorazadas deberían ser enviadas allí.

Por último, coincidía con Von Rundstedt.

Finalmente, se llevó a cabo la decisión de Rommel, dado que la inactividad de Von Rundstedt desde su asignación al Frente Occidental había minado su autoridad.

Las Divisiones Acorazadas se dispersaron por toda Francia, y sólo dos fueron asignadas a la Costa Norte Francesa, al Oeste del Sena.

De ellas, sólo una se encontraba en el Sector de Normandía, lo que trajo desastrosas consecuencias al comenzar la invasión Aliada desde el otro lado del Canal de la Mancha.

Dado que se había hablado demasiado de la inexpugnabilidad de la Barrera del Muro Atlántico y de la imposibilidad de que el enemigo lograra llevar a cabo sus propósitos de invasión y ante la inmensa superioridad de la Aviación Anglo-Americana, el Mariscal Von Rundstedt comprendió bien pronto la inutilidad de esforzarse en impedir la realización de desembarcos en el continente europeo.

En tal situación, su plan consistía en dejar avanzar al enemigo, para entorpecerle después los suministros de material pesado, y aniquilarle a continuación atacando por los dos flancos, por vanguardia y por retaguardia, copándolos en un cerco.

Sin embargo, no fue bien acogido por el Gran Cuartel General del Fhürer este proyecto de conducir las operaciones.

El nacionalsocialismo, con su enorme propaganda, no podía tolerar el avance de las Tropas Aliadas, siquiera fuera eventualmente, por el interior de las nuevas posesiones de Alemania.

Von Rundstedt fue sustituido por Rommel.

El joven y temerario general intentó renovar sus hazañas de África, sin contar con que la actual situación era por completo diferente.

A Rommel le parecía empresa fácil repeler las columnas de penetración con las fuerzas blindadas.
No fue‚ así.

El fracaso amenazó destruir las posibilidades de defensa alemanas; de modo que, en plena euforia Aliada, el sentido de la necesidad impulsó a Hitler a reponer a Von Rundstedt en el mando.

Poco se podía ya hacer entonces para poner en práctica la primitiva teoría del anciano Mariscal de Campo del Tercer Reich.

El único recurso era hacerse fuertes en la Línea Sigfrido.

Una vez consumado el Desembarco de Normandía el 6 junio de 1944, Von Rundstedt presionó a Hitler para que negociara la Paz con los Aliados Occidentales o para que permitiera su retirada hacia posiciones más defendibles del imparable avance militar Aliado.

Apuntalar su Ejército en franca retirada fue su última hazaña, y, si luego no pudo contener el empuje de unas fuerzas prácticamente inagotables, poco cabe cargarle en cuenta.

Von Rundstedt fue absorbido por la vorágine del colapso final.

Hitler respondió a las dos peticiones del anciano Mariscal reemplazándole de nuevo del cargo de Jefe Supremo del Oeste, esta vez en favor del General Günther von Kluge, el día 2 de julio de 1944.

Sólo un día antes, el 1 de julio de 1944, por la noche, el Mariscal de Campo Keitel llamó a Von Rundstedt desde el Cuartel General para solicitarle un informe de la crítica situación que existía en el Segundo Frente tras el desembarco de los Aliados en Normandía el Día-D.

Von Rundstedt le habló con toda crudeza, y no escatimó críticas al Estado Mayor.

Keitel estaba asombrado.

Preguntó, asustado, al viejo oficial:

“- Comprendo, pero, ¿que quiere que hagamos?.”

Y el educado aristócrata contestó fuera de sí:

“- ¿Qué es lo que hay que hacer? !FINALIZAR ESTO DE UNA VEZ, IDIOTAS!”.


El 20 de julio de ese mismo año, se produjo un fallido atentado de varios generales alemanes contra Hitler en su Cuaertel General de Rastemburg en Prusia Oriental.

Ya en 1943, los conspiradores habían intentado ganarse el favor de los Mariscales de Campo más veteranos, como Von Rundstedt, algo que no llegaron a conseguir.

Los acusados por el atentado contra Hitler fueron juzgados por Roland Freisler, y muchos fueron ejecutados, llegando a morir más de 1000 personas por verse involucradas mínimamente en el atentado contra la vida del Fhürer.

Precisamente, a raíz del atentado, Rundstedt aceptó formar parte de la Corte de Honor del Ejército Aelmán, junto con el propio Guderian y con Wilhelm Keitel.

Este órgano, expulsaría de la corte militar a cientos de oficiales sospechosos de oponerse a Hitler.

A mediados de agosto de 1944, el Frente de Von Kluge se hundió tras la Bolsa de Falaise, llevando al oficial a un bosque cercano a su Cuartel General, donde se suicidio de un disparo en soledad.

Von Rundstedt regresó al Mando Occidental tras ser llamado nuevamente al Servicio Activo en Septiembre de 1944 por Hitler, que quería aprovechar su gran prestigio entre las tropas alemanas.

Von Runsdtedt reagrupó a las tropas rápidamente para oponerse a la Operación Aerotransportada Aliada Market Garden, venciendo la batalla a las tropas paracaidistas bajo mando de Montgomety.

Más tarde, supervisó los planes de la ofensiva para reconquistar Amberes, pero fracasó con muy pocas posibilidades de éxito en lo que sería conocido como Batalla de las Ardenas o Batalla del Bulga, aunque logró detener varios meses el avance Aliado en Occidente.

Se opuso a tal ofensiva desde el principio, lavándose las manos sobre el resultado.

Fue relevado del mando una vez más en marzo de 1945, cediendo su puesto a Kesselring, tras expresar ante Wilhelm Keitel que Hitler debía firmar la Paz con los Aliados en lugar de seguir embarcado en una guerra sin esperanzas.

Finalmente, Von Rundstedt fue capturado por soldados de la 36ª División de Infantería de los Estados Unidos el 1 de mayo de 1945.

Sufrió un segundo ataque al corazón mientras era interrogado.

Tras ello, fue enviado a Gran Bretaña, y mantenido en cautividad en el Campo Island Farm para oficiales superiores.

Entre los oficiales que encontraban con él, estaban, su hijo, y el General Henrici.

Al igual que los demás Mariscales de Campo del Tercer Reich, Von Rundstedt tenía una habitación privada con un pequeño recibidor.

Como los Mariscales estaban acostumbrados a tener siempre una atención personal, algunos compañeros de prisión se ocupaban de él.

Posteriormente fue llevado a Londres para ser interrogado.

Allí, se le obligó a poner por escrito sus experiencias en la guerra, día a día, lo que le aburría notablemente.

Fue acusado de crímenes de guerra por los británicos en 1946 y llevado ante la Corte Aliada de Nuremberg.

Los cargos contra él consistían en su posible implicación en los asesinatos masivos cometidos en territorios soviéticos ocupados por Alemania, ya que el 10 de octubre de 1941, su subordinado Walther von Reichenau, comandante del 6º Ejército Alemán emitió la sangrienta "Orden Reichenau".

Los problemas de salud de Von Rundstedt le libraron de enfrentarse a un juicio sobre el asunto Reichenau, siendo liberado en 1949.

Después del juicio en Nuremberg, fue entregado a las Fuerzas Estadounidenses, quienes lo volvieron a interrogar, para estar seguros que no se les había escapado nada a los británicos.

Aparentemente, Von Rundstedt fue maltratado físicamente, lo que afectó notoriamente su salud, pues al regresar a Francia lo vieron muy envejecido.

Fue liberado en julio de 1948, y vivió en Hannover con una existencia llena de amargura y pesar, hasta su muerte, el 24 de febrero de 1953, a la edad de 78 años.

El Mariscal de Campo von Rundstedt fue uno de los más geniales oficiales superiores del Tercer Reich durante la Segunda Guerra Mundial.

Debido a su estirpe prusiana, desdeñaba al nacionalsocialismo, pero tampoco participó en el intento de asesinato del Führer.

El General Eisenhower manifestó que Von Rundstedt fue el "más talentoso general de la Segunda Guerra Mundial”.

De temperamento dinámico, no entorpecido por la edad, militar de marcada influencia prusiana, el viejo general, cuyas concepciones acerca de la marcha de las operaciones no siempre fueron acogidas favorablemente por el Gran Cuartel General de Hitler, fue Von Rundstedt un gran colaborador del Jefe del Ejército de Tierra, Von Brauchitsch.

Como éste, quiso oponerse a los alocados planes de la campaña de Rusia y, como él también, cayó en desgracia, aunque sin mayores consecuencias que la de su traslado de Frente.

De todos modos, en diversas ocasiones, se patentizó la admiración y el respeto que suscitaba su digna capacidad, al recurrir a él de nuevo el Alto Mando en los casos de suma gravedad, como ya se ha expuesto.

De gran estatura, de aspecto severo y enérgico, fue una figura preeminente de la Reichwehr, a su sola mención, vuelven a la memoria, pujantes y llenas de color, las magníficas campañas con que iniciara su intervención en la Segunda Guerra Mundial.

Lejos de adoptar la táctica de apoyarse en fabulosas masas de material, Von Rundstedt confiaba mucho más en su fértil imaginación, que le predisponía a hacer uso de sus íntimos conocimientos y operar con su mejor arma: la sorpresa.

Aunque profundamente mortificado por los reiterados rozamientos con el Gran Cuartel General del Führer, Von Rundstedt se mantuvo firme en sus Puestos de Mando, y supo batirse dentro de las posibilidades que le ofrecían las circunstancias, con la confianza ciega de vencer.

Poseía tacto y era, sobre todo, paciente, dispuesto siempre a obrar con la mayor independencia que se le pudiera otorgar.

Asombro es la palabra apropiada para definir la reacción de la Opinión Pública Internacional hacia el anciano oficial, deslumbrada por las brillantes actuaciones de otros generales más jóvenes, a quienes se creía más apropiados para la guerra.

En poco tiempo, al ofrecer la situación militar unas características verdaderamente angustiosas, la importancia de la figura del General adquirió proporciones desmesuradas, y todo el Mundo se aprestó a exigir lo irrealizable, sin demasiada inclinación a la benevolencia, Von Rundstedt tropezó varias veces con las trabas de la Propaganda Política Alemana.

Von Rundstedt hizo gala en todo momento de poseer una ponderable facultad de adaptación a toda clase de escenarios guerreros, aunque su fuerte se manifestara más ostensiblemente en las vastas llanuras, propias para los grandes movimientos, donde los obstáculos del terreno no existían.

Aferrado a amplias concepciones, pasó por alto cuanto podía afectarle íntimamente, sacrificando así, el orgullo a su elevado sentido de la disciplina militar.

Con frecuencia, fue criticado al no ser comprendidos sus métodos.

La iniciativa era para él el factor decisivo, y en múltiples ocasiones la exteriorizó de forma conducente al equívoco, permitiendo que el enemigo la llevara en apariencia.

Luego caía inopinadamente sobre los puntos débiles, y se invertían los papeles.

Von Rundstedt creía en sus soldados, y los soldados creían en él; pero jamás pudo contar con el apoyo necesario de quienes debían concedérsele.

Si bien se le encomendaron misiones de gran importancia, su recia personalidad quedó apagada por las trabas sembradas a su alrededor.

Él es el general por excelencia, sin engolado énfasis, de buena y rancia escuela, descendiente de militares, feliz conjugador de las enseñanzas pretéritas con las normas flexibles y vivaces de la época.

Tenía el concepto y el don del verdadero jefe.

Su arrogante sinceridad al exponer la cruda realidad en que se hallaba el Ejército Alemán le forzó a dejar el Mando en numerosas ocasiones.

jueves, 13 de noviembre de 2008

Richard Sorge

Richard Sorge, para muchos el mejor espía de la Segunda Guerra Mundial, nació en Kaff, una ciudad al sur del Cáucaso el 4 de Octubre de 1895, hijo de Nina Kobeleva, de nacionalidad rusa, y de Wilhelm Sorge, un ingeniero alemán al servicio de una compañía germana que realizaba obras en los campos petrolíferos de Bakú.

Cuando Richard tenía dos años, la familia viajó a Alemania y vivieron en el barrio residencial de Lankwitz, en Berlín.

Richard era alemán, pero su madre, por medio de historias que le contaba, lo mantuvo estrechamente ligado al país donde nació: Rusia.

Estudió y se educó en Berlín, donde terminó el bachillerato y posteriormente logró un lugar en la Universidad de Hamburgo.

Obtuvo su doctorado Summa Cum Laude en Ciencias Políticas.

Se alistó voluntario en la Primera Guerra Mundial.

No obstante, debido a la educación familiar, tenía una marcada influencia de la revolución rusa y, por tanto, una acentuada tendencia izquierdista.

Su admiración por la Unión Soviética lo hizo pasar de ser un teórico admirador, a un militante activista en el Partido Comunista Alemán, desde 1925.

En 1926, el Doctor Sorge, estuvo en la Unión Soviética como miembro del partido, y fue entonces cuando fue reclutado como agente, actividad a la que dedicó todas sus habilidades, que no eran pocas.

Se casó con una bailarina rusa, llamada Yekaterina, Nina en el entorno familiar.

Un ejemplo de ello, es que no fue enviado a China, sino que decidió hacerlo a finales de los años veinte por sí mismo.

En China, aprendió el idioma y la cultura oriental, todo lo cual le causó mucha satisfacción y hasta llegó a admirar al pueblo chino.

Sorge era una persona muy inteligente, pero descuidado en su apariencia, maloliente, bebedor y fumador empedernido, mujeriego y jugador, un maestro en el disimulo, pero con tal dominio sobre sí mismo que aún estando embriagado jamás pudieron sacarle ninguna confesión o siquiera caer en una infidencia.

Regresó a Alemania con la idea preconcebida de obtener un cargo como corresponsal en algún periódico al que le interesara sus servicios en Oriente.

En ese momento, ingresó a las filas del Nacionalsocialismo.

Su relación con los Servicios Secretos Soviéticos continuaba en todo su vigor, y reportaba detalladamente todos sus movimientos.

En Berlín, conoció al Teniente Coronel Eugen Ott, quien entonces era agregado militar de Alemania en Tokio.

Con él inició una estrecha amistad.

El 30 de Julio de 1933, comunicó a sus jefes en Moscú que no podía aseverar que había cumplido con todos sus propósitos, pero que había decidido ir a Japón como corresponsal del Frankfurter Zeitung.

Coincidencialmente, el Teniente Coronel Ott, ascendió a general, y se convirtió en el embajador de Alemania en Tokio.

Ambos, Ott y Sorge, estrecharon aún más su amistad.

Su mayor participación a favor de la Unión Soviética fue el mantener informado a Stalin de los movimientos del ejército japonés y de sus posibles actividades en la frontera chino-soviética.

El 12 de Mayo de 1941, Sorge le informó a Moscú sobre el inminente ataque alemán con 170 divisiones a la Unión Soviética, que se realizaría el 20 de Junio.

En realidad, la Operación Barbarroja ocurrió el día 22 de ese mismo mes.

Ese fue el único error cometido por Sorge.

El 14 de Setiembre de 1941, Sorge informa a Moscú: el gobierno japonés ha decidido no entrar en guerra con la Unión Soviética, aunque sí, que seguirán manteniendo las tropas de ocupación en Manchuria.

Pero que, sin embargo, Japón podría comenzar operaciones en Rusia si los alemanes conquistaban Moscú.

Un par de semanas después, hacia finales de Setiembre, reiteraba que Japón no atacaría a la Unión Soviética y, por medio de un colaborador, confirmó que las tropas japonesas en Manchuria no hacían movimientos que pudieran indicar un posible ataque a la Unión Soviética, más bien informó que había evidencias de que se retiraban de la frontera soviética.

Luego, el 15 de Octubre reconfirmó, que Japón no atacaría a la Unión Soviética, sino que más bien, estaban planeando un ataque contra los Estados Unidos e Inglaterra.

Tres días después, Sorge fue detenido, pero sus informes ya se encontraban en Moscú.

Ante esas evidencias, Stalin ordenó el traslado de la mitad de las tropas siberianas, que resguardaban la frontera con China al mando del Mariscal de Campo Zhúkov, en dirección a Moscú, donde lograron romper el cerco establecido.

Poco después, y con ayuda del invierno, las fuerzas alemanas fueron detenidas, frustrándose así el asalto final a la capital de la Unión Soviética.

Debido a ese movimiento de tropas, los alemanes, quienes estaban al límite de su capacidad de aprovisionamiento y totalmente agotadas por el veloz ataque que realizaron, se encontraron con tropas rusas de refresco, las que en mejor estado, pudieron detener el ataque y rechazarlo.

Incluso patrullas alemanas lograron estar a la vista del Kremlin, pero definitivamente el asalto final fue cancelado.

La suerte estaba echada, y el siguiente escalón era Stalingrado, donde definitivamente se selló la suerte de la guerra.

Ante la detención de Sorge, su amigo, el embajador alemán en Tokio, intercedió, al no poder creer en las acusaciones de las que era objeto su amigo.

El General Ott no podía creer que fuera cierto lo que se decía, porque Sorge le había proporcionado informes secretos de los japoneses, que éstos habían ocultado a su socio alemán.

Por otro lado, el Ministerio de Asuntos Exteriores había verificado siempre, que los informes fueron invariablemente veraces.

Pero, por otro lado, Sorge se hizo amigo del secretario del Canciller japonés, quien resultó ser también un admirador del comunismo y quien no tuvo ningún remordimiento en pasarle información secreta, para que fuera a dar a mano de los rusos.

Por su parte, a través de ese secretario, Sorge le informaba a los japoneses de todos las movimientos y planes secretos, que el gobierno alemán ocultaba a sus aliados orientales.

Sorge, quien como se sabe, era miembro del Partido Nacionalsocialista Alemán, gozaba de plena confianza por parte de los dirigentes y eso se confirma, porque fue invitado a dirigir las actividades del partido en Japón, asignación que fue rechazada por el propio Sorge, puesto que su manera de vivir era contraria a los principios del partido.

El lugar donde Sorge escribía los informes para las tres potencias, era el restaurante Alt-Heidelberg, de estilo alemán, de muy dudosa reputación, con japonesas vestidas a la usanza alemana, con las faldas cortas y los bustos muy elevados.

Era un centro de reunión de personas, en especial extranjeros de mal vivir, donde realizaban turbios negocios.

En resumen, el tipo de local que los japoneses detestaban, aún más, que el que les permitía su natural desprecio por todo lo extranjero.

Sorge, con sus notas, se dirigía a un bosque cercano, donde encendía un cigarrillo.

Si alguien en la oscuridad hacía lo propio, a cierta distancia, esa era la señal de que todo estaba en orden.

Sorge y su acompañante se dirigían a un barco anclado en la bahía.

El Doctor entregaba sus notas y abandonaba el barco tras concertar una nueva cita.

Un día cualquiera, Sorge le entregaba al embajador alemán su informe periódico, en una de las recepciones diplomáticas tal cual era su costumbre.

Mientras el General Ott se retiraba a su despacho para redactar su propio informe, basado en los datos proporcionados por Sorge, éste se dedicaba a las damas de sociedad japonesas, y luego se retiraba discretamente con una periodista sueca, a quien le entregaba un paquete de fotografías.

Luego, hábilmente, ingresaba a la oficina del secretario, donde, cámara en mano, fotografiaba los informes secretos de los movimientos navales alemanes.

Luego, Sorge se retiraba con la reportera sueca, quien se convertiría en su amante.

Lo que fotografió Richard Sorge, fueron las claves de la Kriegsmarine, las cuales descifró esa noche, gracias a su habilidad e inteligencia, sumados a su increíble olfato detectivesco.

Esa misma clave no había sido descifrada por los japoneses tras meses de arduo trabajo por parte de especialistas criptógrafos.

Se cree que las actividades de Sorge fueron denunciadas al Kempei Tai (Servicio Secreto Japonés), por un miembro de su propio equipo, el Grupo Ramsey, quien los traicionó; o por el Servicio Secreto Alemán, el Abwehr.

Aunque ese hombre no estaba bien enterado de todas las actividades de la organización, sí sabía lo del barco y, en consecuencia, fueron asignadas unas patrulleras para que le siguieran el rastro.

Después de confirmar la existencia del buque, y sabiendo de la debilidad de Sorge por las mujeres, los japoneses se valieron de una dama de la sociedad, hija de una japonesa y de un inglés, pero de un patriotismo a toda prueba, para tenderle una trampa.

Un día de Octubre de 1941, Sorge, acompañado de la mujer, se dirigía a su casa, cuando rompió un papel que arrojó por la ventanilla del carro.

La dama le dijo que sólo se podría quedar a dormir con él si hablaba por teléfono, para avisar a su casa de que no regresaría esa noche.

Sorge buscó una cabina telefónica, desde donde la mujer informó sobre el lugar donde Sorge había arrojado los papeles.

Al amanecer, la policía irrumpió en la casa donde dormía la pareja.

Detuvieron a Sorge, diciéndole a la dama "Señora, ha rendido usted un valioso servicio a la patria."

Sorge y su grupo fueron condenados a muerte.

No fue aceptada la repatriación a Alemania, puesto que sabía mucho de los propios japoneses y demasiado sobre los rusos, para deshacerse de él.

Por esa razón, Sorge no fue ejecutado, sino que sufrió innumerables torturas durante los interrogatorios de los miembros del Kempei Tai.

Se corrió el rumor que la dama japonesa que descubrió a Sorge terminó sus días en un manicomio, ya que su vida se convirtió en un infierno después de que su acción saliera a la luz durante el juicio de Richard Sorge.

El fin de Sorge es un misterio.

Debido a que fue interrogado durante largo tiempo, surgieron muchos mitos.

Unos decían que había sido canjeado a los rusos y otros, que se le había visto tras de la guerra, en Alemania del Este.

Otros, dicen que Iosef Stalin intentó interceder para salvar la vida de Sorge, pero que fue infructuoso.

La versión más aceptada es que Richard Sorge fue ejecutado en la horca el 7 de Noviembre de 1944, en compañía de una agente rusa de nacionalidad japonesa llamada Ozaki Hotsumi, compañera suya.

Una tumba con su nombre se encuentra en Tama, Tokio.

En 1964, Richard Sorge fue declarado héroe de la Unión Soviética.